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PROBLEMAS DE CONDUCTA

los problemas de conducta de los niños pueden ser solucionados mediante un conocimiento de sus problemas y una terapia en la que se involucre a los padres
Solamente dos legados duraderos
podemos aspirar a dejar a nuestros
hijos:
uno raíces, el otro alas

Hodding Carter



Durante el crecimiento del niño podemos encontrarnos muchos problemas que a veces nos llegan a desbordar.

Hay niños más obedientes que otros, niños más tranquilos, más reflexivos...pero lo cierto es que cada niño es diferente, único e irrepetible.

Mucho de los niños que tenemos es lo que nosotros estamos dispuestos a permitir. En ocasiones los problemas de conducta de los niños son reflejo de problemas de educación o un modelado de conductas poco deseables. Otras veces se tienen criterios cambiantes que hacen que los niños se vuelvan caprichosos al no tener unos límites claros en su educación.



DESOBEDIENCIA INFANTIL

La desobediencia y los trastornos de conducta asociados a este comportamiento son el principal motivo de petición de ayuda de los padres, a veces porque se sienten incapaces de manejar la situación y otras muchas porque observan como esta situación va in crescendo.


Al hablar de desobediencia infantil tenemos que tener presente que en el proceso evolutivo del niño es normal la aparición de fases de oposición, como sucede con las típicas rabietas de los 2 años. Esto, siendo completamente normal, puede requerir intervención terapéutica cuando los padres se ven incapaces de manejar la situación, o cuando el estilo educativo de los padres resulta inadecuado para erradicar estas conductas. 

En este punto deberíamos hacer una reflexión sobre los mecanismos de aprendizaje vicario en los niños. Cuando son pequeños sus padres actúan como modelo de aprendizaje, e interiorizan los estilos de comunicación e interrelación. Si los padres tienden a perder los nervios, los niños tenderán a utilizar los gritos como forma de comunicación aprendida.

Por lo tanto en la explicación de los trastornos de conducta en los niños habría que tener en cuenta: 

Las estrategias empleadas por los padres para solucionar problemas, habilidades de comunicación y manejo del estrés 

Características del niño: patrones de comida y sueño, nivel de actividad, relación con otros niños, habilidad en la solución de problemas 
Interacción familiar: problemas familiares, conyugales, estilos de comunicación en la familia 


Entre los problemas más frecuentes que se detectan en niños desobedientes se encuentran: 

  • El niño “sordo”: nunca parece escuchar la primera vez que se le dice algo y hay que repetir constantemente las órdenes y demandas 
  • El niño “negativista”: muestran una oposición constante, aunque no de carácter agresivo 
  • El niño con rabietas: el niño muestra su desacuerdo ante las demandas de sus padres con constantes rabietas, que pueden incluir romper cosas o pegar a sus progenitores. 

Este tipo de trastornos puede ser tratado online, ya que nos basamos en un análisis de secuencias narradas por los padres para establecer las posibles causas de este comportamiento.

El tratamiento necesitará probablemente una detallada recogida de información por medio de autorregistros en base a los cuales se podrán ofrecer medidas tentativas para la modificación de la conducta.

Por otra parte, es importante analizar otras posibles causas de la conducta del niño como podrían ser situaciones de estrés(mudanza, cambio de colegio, pérdida de un ser querido, nacimiento de un hermano, separación de los padres) que podrían cursar con un cuadro agresivo o en ocasiones de tipo depresivo

DESOBEDIENCIA INFANTIL: "EL NIÑO SORDO"

repetir las cosas es síntoma de que el niño no está obedeciendo, seguir repitiendo no cambiará su conducta
Muchos padres se quejan de que su hijo no parece oír a la primera. La madre se desespera porque aunque al final obedece, siempre tiene que repetirle las órdenes varias veces antes de que el niño la cumpla. El proceso que suele seguirse es el siguiente: la madre le pide que recoja su ropa y la leve a la lavadora, el niño no contesta y sigue con lo que estaba haciendo, la madre le repite la instrucción en un tono más alto y espera unos minutos a que el niño la cumpla, no lo hace, de nuevo se dirige a él entono imperativo, muchas veces gritando y exigiendo el cumplimiento de la orden y amenazando con un castigo.


Es posible que llegado a estas alturas el niño conteste un tibio "sí, ya voy", pero su madre está enfadada y le sigue gritando.


Si analizamos la situación en término de conductas aprendidas, vemos que el niño está realizando una actividad placentera que entra en conflicto con la que le están mandando. Evidentemente el niño prefiere continuar jugando, ya que la otra no le refuerza en absoluto, por lo que ignora las peticiones de la madre. Por su parte la madre, como está enfadada, utiliza un tono cada vez más amenazador, que produce ignorancia en el niño, sólo la posibilidad de castigo moviliza al niño, que finalmente hace lo que le dicen entre las amenazas y gritos de la madr
Desde un punto de vista conductual es fácil predecir cómo se desarrollarán situaciones parecidas en un futuro. El niño seguirá atendiendo sólo a las peticiones de la madre ante las amenazas y los gritos.

Para intervenir ante esta situación hay 2 posibilidades alternativas, una basada en programas de reforzamiento y otra en la técnica de costo de respuesta, ambas se pueden utilizar de forma complementaria.


Para aplicar el programa la madre debe actuar de la siguiente manera:


- Utilizar instrucciones cortas, claras y específicas, hablar delante del niño sin gritarle desde otra habitación. Establecer las condiciones: si recoges tus juguetes te dejo luego ver los dibujos. Si tras un tiempo establecido el niño no lo hace, volver a repetir las instrucciones

- Comenzar haciendo peticiones de acciones que lleven implícito un reforzamiento natural (lleva el cuento al salón y te lo leo). En cuanto el niño coopere, la madre debe ensalzar su conducta y acariciarlo


- Se debe tener cuidado en los primeros momentos de hacer las peticiones cuando no interfieran en actividades placenteras del niño en las que se encuentra disfrutando

- Además de los refuerzos naturales (besos, alabanzas) y de los naturales (cuentos, comida), se pueden incluir otros reforzadores como fichas intercambiables por chuches, etc

- Incrementar poco a poco las peticiones, tanto por lo que se refiere a número como a complejidad

- Se favorece el aprendizaje si se establece una rutina

- A medida que el niño aprende a obedecer a la primera, se puede ir dejando de reforzar las cooperaciones más simples y empezar a reforzar las complejas


La segunda alternativa, basada en el costo de respuesta, supone la utilización de una economía de fichas para reforzar el cumplimiento de tareas que pueden ser intercambiadas por reforzadores pactados por ambas partes.

LAS RABIETAS INFANTILES

Una rabieta o berrinche es una forma inmadura de expresar ira o frustración. Aunque los padres tengan un carácter apacible el hijo puede tener algunas rabietas. Es importante saber manejar estas situaciones, y que el pequeño se de cuenta de que no surten resultado.

rabietas infantiles



A partir de los 3 años el niño tendrá capacidad de expresar su motivo de enfado con palabras, debe animarle a que exprese el motivo de su enojo sin recurrir a las rabietas. Deben comprender que es normal enfadarse, pero que los gritos y las pataletas no van a solucionar su enfado. Por otra parte lo habitual es que llegada la edad escolar las rabietas hayan cesado completamente, en caso contrario, pueden haber sido mal gestionadas. 


El principio fundamental de toda rabieta es: el niño necesita "público" para demostrar su enfado. Si están solos no tendrán rabietas, si no se les hace caso, se incrementará por un instante la intensidad para cesar al poco tiempo.


Si el niño tiene una rabieta por frustración consigo mismos o por fatiga


Algunas veces los niños durante el juego no consiguen los objetivos deseados (por ejemplo, acabar un puzzle) y se sienten cada vez más furiosos y frustrados, tambien pueden sentirse frustrados si son pequeños y no consiguen que sus padres entiendan lo que les quieren decir, o si son mayores, porque no consiguen realizar bien alguna tarea escolar. 


A este tipo de frustración hay que responder con comprensión y estimulación. El padre debe hacer entender al hijo que comprende perfectamente cómo se siente, ayudarle a superar el obstáculo y alentarle, explicándole que aunque en principio resulte difícil, al final lo conseguirá, pero ponerse nervioso empeorará la posibilidad de hacerlo bien. 


En muchas ocasiones los niños afrontan el cansancio extremo con rabietas. Se encuentran demasiado cansados como para tener el más mínimo autocontrol, necesitan descansar y la única manera que encuentran de manifestar su malestar es cogiendo una rabieta por cualquier cosa (es muy típico que cojan una rabieta si se les despierta en el coche al llegar al destino). En estos casos, lo ideal es llevar rápidamente al niño a la cama, permanecer con él y consolarle hasta que se quede dormido.


Ignore completamente la rabieta para conseguir algo


Los niños pueden organizar un verdadero espectáculo para salirse con la suya: para que Vds. no salgan de casa sin él, para que le dejen salir a jugar cuando está lloviendo, para no irse a la cama, para jugar con algo peligroso, para conseguir que se les compre algo..... Este tipo de actitudes les debería valer para bien poco. Ignorar esa actitud, y por supuesto, no ceder a sus exigencias será una forma de que comprendan de que no es el camino para conseguir sus objetivos.

Si Vd. cede en alguna ocasión "para no oirle" está perdido, aprenderá rápidamente el valor del chantaje. 

Las rabietas "porque no quiere hacer algo"

En ocasiones los niños pueden coger una rabieta para evitar irse a la cama, recoger los juguetes, dejar de ver la tele... Lo ideal es darles un tiempo de preaviso: "dentro de cinco minutos te irás a la cama". Pasado el tiempo pactado, y si el niño coge una rabieta, habrá que cogerlo y desplazarlo hasta su cuarto y dejarlo alli, quiera o no. Simplemente estaba advertido. No se preocupe por lo que chille, no le pasará absolutamente nada.

Cuando el niño en la rabieta pega, tira objetos o los rompe


Cuando las conductas del niño son demasiado agresivas, los padres tienen que actuar, algunos ejemplos serían:


- Se cuelga del brazo de la madre gritando

- tira cosas al suelo

- El niño tiene una rabieta en un lugar público


En estos casos, las técnicas utilizadas serían el tiempo afuera, que se emplea llevando a un niño a otro lugar durante el tiempo que dure la rabieta, y no volverá a poder ir al lugar que estaba hasta que no esté completamente calmado (aproximadamente 1 minuto por año del niño). En caso de que haya roto algo o manchado algo, se utilizan técnicas como la sobrecorrección, en las que una vez calmado, tendrá que limpiar y recoger lo que tiró, e incluso dejarlo "mejor de lo que estaba"

A TENER EN CONSIDERACIÓN POR LOS PADRES


Los padres somos los modelos a imitar por nuestros hijos: los padres que pierden el control fácilmente están enseñando esa conducta a sus hijos: si Vd. le grita habitualmente, le está enseñando a gritar, si le pega, considerará la violencia como una forma de expresión.

Es importante que ante las rabietas Vd. tome una postura firme, no admita chantajes, si el niño se da cuenta que sus gritos y pataletas no le llevan a ningún sitio, cesará esa conducta.

NIÑOS TIRANOS: EL SINDROME DEL EMPERADOR

niños que tiranizan a sus padres
Las denuncias de padres contra hijos por maltrato, amenazas y violencia verbal, física y psicológica se han multiplicado hasta ocho veces más en tan sólo cuatro años. Los hijos que insultan y golpean a sus progenitores sufren el denominado "síndrome del emperador". Este síndrome que muchos adolescentes padecen y bajo cuyos síntomas actúan comportándose como auténticos déspotas y tiranos, es una conducta de cuya incidencia se conoce sólo "la punta del iceberg". Para la psicología actual, de esta perturbadora conducta o síndrome de los menores sólo se conoce una reducida parte de un complejo profundo y extenso problema.

Como afirmaba Salvador Minuchin, en la estructura familiar tienen que existir límites entre el subsistema conyugal y el subsistema parental. Los límites están constituidos por las reglas que definen quiénes participan y de qué forma. Su función reside en proteger la diferenciación de los subsistemas. Estos límites tiene que ser claros y estar bien definidos, ya que lo normal es que el pequeño ególatra trate por su hedonismo de conseguir todo lo que le apetece y buscará constantemente llamar la atención, y es función de los padres el ponerle freno y control.
Actualmente la familia ha evolucionado y la estructura familiar se ha modificado. Existen familias monoparentales, divorciadas, reestructuradas, etc, y del mismo modo las funciones familiares también se han visto variadas: Los roles parentales se han diluido. La autoridad incuestionada que caracterizó en algún momento al modelo patriarcal del subsistema parental desapareció y ha sido reemplazada por el de una autoridad flexible y racional.

El perfil del niño/a tirano/a ha sido definido, como inteligente, rápido y contestatario, no acepta el límite de su autonomía y estalla escandalosamente ante la menor frustación. Padres dedicados y afectuosos, hiperatentos, le hablan como a iguales, explicando y justificando cualquier decisión que tomen y consultando democráticamente su joven voluntad”.

Los especialistas psicólogos y pedagogos debaten si el “síndrome del emperador” es debido a carencias educativo-formativas y a la falta de afectos de los padres desde el seno familiar o si hay factores genético-hereditarios biológicos, principalmente de naturaleza psicopática, que resulten determinantes. Esto es, la psicología y la pedagogía se cuestionan si simplemente son niños caprichosos, malcriados, a los que nunca se les ha negado nada, o existe un trasfondo emocional cromosomático. La mayoría de los especialistas se decanta prioritariamente hacia la explicación de la carencia educacional desde el hogar.


Según Vicente Garrido psicólogo criminalista autor del libro “Los hijos tiranos. El síndrome del emperador”: “El elemento esencial del síndrome del emperador es la ausencia de conciencia. Son niños que genéticamente tienen mayor dificultad para percibir las emociones morales, para sentir empatía, compasión o responsabilidad, y como consecuencia tienen problemas para sentir culpa”. Añade que los rasgos de personalidad psicopáticos a tener en cuenta son: insensibilidad emocional, falta de conciencia, falta de empatía y ausencia de culpa. Asegura que: "El sistema nervioso de estos chicos por alguna razón tiene problemas para aprender las lecciones morales, para sentir empatía, compasión o responsabilidad. Y, como consecuencia de esto, tienen problemas para sentir culpa, una reacción emocional que sólo puede existir sobre la base de que previamente me he vinculado con la gente.


Podré fingir que lo lamento, pero en el interior a mí me da igual. Como consiguiente, hay una ausencia de conciencia". En su opinión estos chicos se creen con derecho a exigir y lograr –sea como sea-, lo que se les antoja cuando lleguen a la edad adulta serán hombres y mujeres violentos, agresores de sus parejas y acosadores de sus compañeros de trabajo, cuando no fracasados sociales o delincuentes. Excluye de este síndrome a los niños que han vivido episodios de violencia doméstica, los que sufren esquizofrenia y también los malcriados, "que tienen conciencia (los valores y creencias que utilizamos para guiar nuestro comportamiento y que está basado en esas emociones)".

Discrepa de la tesis anterior Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía de Menores del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y autor de otro libro sobre la materia “El pequeño dictador”: "La herencia marca tendencia, pero lo que cambia el ser humano es totalmente la educación, sobre todo en los primeros años, en los primeros meses y días, incluso antes de nacer, es muy distinto si eres un hijo deseado o no, si eres un padre relajado o agresivo". En la etnia gitana, explica, es imposible que un hijo pegue a su madre, pero en España "algunos psicólogos y pedagogos han transmitido el criterio de que no se le puede decir no a un niño, cuando lo que le neurotiza es no saber cuáles son sus límites, no saber lo que está bien y está mal. Ésa es la razón de que tengamos niños caprichosos y consentidos, con una filosofía muy hedonista y nihilista".

Los datos del Ministerio del Interior reflejan que más de 5.500 padres denunciaron entre enero y septiembre de 2005 a sus hijos por malos tratos en el ámbito familiar y hubo casi 5.000 órdenes de internamiento en distinto régimen, según consta en la Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado. En el año 2006, hasta el mes de abril se han contabilizado 2.070 denuncias interpuestas por malos tratos en la familia cuya autoría corresponde al hijo/a.

Buscar una solución para desposeer a esos pequeños emperadores del ambiente que han conquistado no es tarea fácil, ya que España carece de centros para corregir los trastornos de conducta de niños que controlan el ambiente familiar. La Administración española, aseguran expertos en el ámbito del menor, no dispone de armas para ayudar a esas familias que han perdido toda la autoridad sobre sus hijos y que son víctimas de su cruel conducta. 

El Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, aboga por el consenso institucional para crear centros donde enmendar esas conductas agresivas y antisociales. En España sólo existen los centros de reforma para los menores que han delinquido, o los de protección para los que están en una situación de desamparo. La solución intermedia, esa que debería ayudar a esos niños que no están desprotegidos ni son delincuentes, es la que se necesita en España, reitera Núñez. Afirma que el trabajo para corregir ese comportamiento debe ser dirigido por profesionales, en centros especializados en corregir trastornos de conducta en menores. A través de los servicios sociales autonómicos, que una familia desbordada pueda ceder la tutela de su hijo a la Administración para que ésta acuerde un tratamiento. En los equipos hay desde psiquiatras y psicólogos hasta monitores especializados en diferentes talleres y personal que ejerce como tutor. 

Jueces, fiscales, entidades de protección al menor, abogados y psiquiatras coinciden en el aumento de los casos de progenitores que denuncian a sus hijos por maltrato y llegan al extremo de recurrir a la Justicia, aunque por su dureza, las familias agotan todas las vías antes de llegar al banquillo. El magistrado Jaime Tapia, especialista en jurisdicción penal de menores, indica que a veces el sólo hecho de acudir a una sala suele alcanzar para intimidar a los chavales y lograr que corrijan su conducta. En otros casos, sin embargo, es necesario ir más allá: la sentencia judicial.

Una vez puesta la denuncia, se inicia un procedimiento que va a exigir a los menores de entre 14 y 18 años una responsabilidad civil, no penal. A diferencia de los demás procedimientos, es el Fiscal quien lo instruye.

Juan Calvo-Rubio, fiscal coordinador de la Audiencia Nacional en Málaga, explica el proceso: "El fiscal sigue un atestado de la policía o una denuncia directamente de la familia e incoa un procedimiento. Ese procedimiento incluye declaración de menor, de los padres y de todas las personas que hayan podido tener relación con esto. Se aporta un informe psicológico, puesto que tiene que hacer referencia a las medidas más adecuadas para aplicar al menor. Cuando se incoa el procedimiento hay que decidir si el menor va a seguir con la familia o si va a ser ingresado en un centro de reforma como consecuencia del peligro que pueda correr su familia. Esa decisión la solicita el fiscal y la toma el juez de menores. Luego el fiscal realiza un informe con la descripción detallada de los hechos y solicita medidas. El informe lo traslada al juez de menores que inicia un juicio". 

Finalmente, el juez decidirá si aplica o no la medida solicitada por el fiscal, y que dependiendo del caso, puede derivar en internamiento, libertad vigilada o tratamiento ambulatorio del pequeño emperador.